Historia

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Las Primitivas Fuentes de Abastecimiento.                                                                 

En épocas remotas, de antigüedad no establecida, hubo una corriente fluvial atravesaba el valle de Tecomán en su parte central. Se apartaba agua del río Nahualapa, hoy conocido como río Armería, frente a lo que ahora es la ranchería de Caleras, se dirigía al oriente entre dicha ranchería y el lugar en donde estuvo Caxitlán, pasaba por lo que actualmente es el rancho El bajío, seguía por una depresión del terreno hasta cerca de donde se ubicaba Valenzuela, seguía su curso por un lado de lo que es El Chahuil, La Carimacha, El Hormiguero, La Cuarta, La Quinta, La Providencia, La Parota, hasta llegar a lo que en la actualidad es la ranchería de Cofradía de Morelos, para ir a morir al estero de El Tecuanillo y que hoy está representado por el dren que sigue ese recorrido. Hay evidencia de que al excavar en su lecho y sus orillas, se encuentran piedras redondas de río y arena pura, sin mezcla de tierra.

Esa corriente desapareció por haberse presentado modificaciones en las márgenes del río que le daba origen,debidas a repetidas grandes crecientes a través de los tiempos y solamente ha subsistido un corredero natural del agua que reconoce a ese bajío durante las grandes lluvias y de años recientes para acá, lugar a donde van a dar los esquilmos o filtraciones de los riegos agrícolas de la zona. 

Esa era la única fuente de agua superficial que existía en la parte central del valle de Tecomán en el pasado remoto. 

En el límite oriente del propio valle, han existido los vasos lacustres de Alcuzahue y Amela y más a distancia, el río Coahuayana. En el límite poniente el ya mencionado río Nahualapa o Armería. 

En los tiempos prehispánicos, las tribus indígenas se agrupaban en las proximidades de esas fuentes de agua, ya que la práctica de la excavación del subsuelo ellos la llevaban a cabo a poca profundidad y sólo en terrenos blandos, en virtud de que carecían de herramientas metálicas. 

Después de la llegada de los españoles, con el conocimiento de los oficios y de la minería, pudieron tener herramientas que les servían para buscar agua bajo la superficie,que se encontraba a gran profundidad en la zona central del valle. 

En el pasado se hacía distinción en los términos,llamando noria a la excavación de grandes dimensiones y mayor rendimiento de agua, que era de forma cuadrada o circular, y pozo de agua a la de menores dimensiones y de forma circular. Las norias casi siempre se construían en lugares en donde había mayor consumo de líquido, como en los ranchos ganaderos y pequeñas huertas. Los pozos de agua, en los domicilios particulares, en las casas habitación. 

Cercana al quiosco del jardín Miguel Hidalgo, existió desde principios del presente siglo, una profunda noria de la que se extraía el agua para regar el jardín con lo que llamaban volantín, que era un molino de viento. 

Antes de que hubiera agua entubada domiciliaria, las mujeres de las casas próximas, llevaban agua para el consumo doméstico de una pila que rodeaba el quiosco. 

Cuando el Sr. Cura Arreguín construyó el templo de Santo Santiago, de la porción techada se recogía el agua llovediza que se almacenaba en un gran aljibe situado en el atrio, en la parte norte de la construcción a donde iban los vecinos a llevar agua a sus hogares. 

En las casa de esa época, que eran de techo de teja de barro, se acostumbraba construir corredores y en las uniones en donde el tejado hacia escuadra, existían las llamadas juntas de agua, que llevaban una canaleja de lámina por donde escurría el agua llovediza. Esa costumbre construir una pila bajo las orillas del techo del corredor, en donde se recibía esa agua de las lluvias. 

Debido a que el agua del subsuelo de Tecomán siempre ha sido salobre, los lugares en que había pozos que le daban sin esa caracterísitca, es decir, insípida, llamada agua buena, eran muy solicitados por la población para llevar de ellos el preciado líquido para consumo humano. 

Como el agua de la mayoría de los pozos tenía un alto contenido de sales, la que se utilizaba para el lavado de ropa se colocaba muy próxima y por el lado derecho del lavadero, en el caso de las mujeres diestras, y se le agregaba ceniza para favorecer que el jabón espumara. A esta mezcla se le nombraba cernada. 

En los viejos tiempos, fueron constructores notables de norias y de pozos de agua: 

Hilario Ponce, que fue quien construyó la noria del jardín principal u otras muchas. 

Fidencio Sandoval Estrada que hizo las norias de los ranchos de El Coco, La Palmita, El Cóbano y la del terreno de Higinio Yépez, cerca de El Ave María. 

Pablo Ponce, hijo de Hilario del mismo apellido. 

Fueron norias y pozos de agua muy renombrados a principíos del siglo actual, por la buena calidad del agua que de ellos se extraía: 

La noria de El Ranchito, que fue de Higinio García, después de Bartolo Núñez, posteriormente de Benjamín Novela y ulteriormente de Francisco Dueñas Radillo, estuvo situada en la salida de Pascuales, donde hoy se encuentra el parque Jesús González Lugo. 

El pozo de la Puerta Blanca, de Isaura Vidriales, frente al rancho de El Metate, en donde se encontraba la Empacadora Limmex, en la salida de la carretera de El Real. 

El pozo de Camichines, perteneciente a la Hacienda de Paso del río, ubicado donde actualmente es la calle Progreso, en la cuadra situada al poniente del mercado Lázaro Cárdenas. 

La noria de Higinio Yépez, de la que todavía existe el gran brocal circular, aterrado, en un solar ubicado en la esquina de la calles Venustiano Carranza e Independencia, frente a INFONAVIT Las Huertas. 

El pozo de Doña Romana, en la esquina sur-este de las calles Reforma y Ocampo, frente a la casa de Don Andrés Moctezuma. El agua que producía este pozo era de magnífica calidad, pero solo algunas personas conocidas tenían acceso a él, debido a que en esa casa había unos perros muy bravos. 

La noria de Los Mendoza, estaba donde en la actualidad hace cerrada la calle Corregidora en la calle Juárez. 

El pozo de la casa de Chita Pompa, que estaba ubicado en el corral, al cual se entraba por el zaguán donde hoy es el andador de la calle 18 de Julio, cerca de la que después fue tienda de Don José Nuñez, el siempre bien recordado "Fierrero". 

La noria de El Ave María de Doña Juanita Ramos de Márquez, en el rancho de ese nombre, situado en la orilla norte de la población actual. 

El Pocito santo, en el solar de Don Melquiades Delgado, esposo de Doña Martina Márquez, lugar en donde construyó su casa Don J. Guadalupe Márquez, sobrino de Doña Martina, quién vendió a Doña Hildeliza O. de Gallardo, en lo que ahora es la calle Progreso, esquina con la diagonal López Mateos, domde se encuentra actualmente el edificio de Bancomer. 

La noria de Don José Morett, en terreno que fue de Don Higinio Yépez, situada en lo que hoy es el edificio del PRI Municipal. 

La noria llamada Finca de Los Gringos, que fue propiedad de la Hacienda de Paso del Río, ubicada a unos cientos de metros al poniente de la Hacienda de El Casco, en el Llano, frente a la estación del ferrocarril. 

El agua de bebida se vendía por las calles de Tecomán, diariamente muy de mañana. El aguador, a pie, arreaba una bestia mular que tiraba de un "rodado" que era un carretón cuyas ruedas tenían aros de fierro, donde estaba montado un barril de madera que llevaba un pequeño surtidor. La medida para la venta era un bote alcoholero o un cántaro propiedad de los compradores. 

Como las calles de Tecomán en la antigüedad eran todas de piso de arena, en el arroyo estabam marcadas las huellas de las pesadas ruedas, de las que no se debía salir del rodado, pues de hacerlo, se quedaba atascado el vehículo en el arenal. 

Fueron aguadores que se recuerdan en Tecomán: 

Don Melquiades Delgado, que expendía agua de El Pocito Santo de su propiedad. Todos los lunes por la mañana limpiaba el pozo de impurezas y ese día salía a la calle ya tarde, a las 10 de la mañana a vender agua en su barril. 

Don Antonio Márquez, cuñado de Don Melquiades, vendía agua del mismo pozo. 

Don Lorenzo Carrillo también se dedicó un tiempo a esa actividad y tanto él como Alberto Orozco, vendían agua primero del pozo de Don Melquiades y después de la noria de Don José Morett. 

También se recuerda como aguador a Juan Cortina, hijo de Casildo Cortina. 

En la historia de todos los pueblos, el agua ha sido un factor determinante en el progreso o desaparición de ellos. En la antigüedad fueron muchos los esfuerzos que el hombre realizaba, cuando el cielo se la negaba, para extraerla del subsuelo y asegurar la supervivencia. Los constructores de norias y pozos constituyeron en épocas pasadas, un grupo humano merecedor de la admiración y agradecimiento por el valor inmenso que eso significaba, ya que siendo el subsuelo de Tecomán arenoso, ha representado un gran peligro cualquier excavación profunda que se haga. 

Estremece pensar el sacrificio de dimensión épica extraordinaria hecho por aquellos hombres, en forma manual, que con el extenuante calor del socavón que iban formando, daban término a su labor con gran júbilo al encontrar el vital e indispensable elemento para sostener la vida humana. 

No es tarde para manifestar admiración y reconocimiento para esos héroes ignorados, por su contribución al progreso de nuestro valle. 

Los Pozos Profundos

Los avances técnicos, los nuevos conocimientos, pronto se difunden y llegan a los lugares receptivos del progreso. Fue en el caso de Tecomán. Después de que durante siglos se hizo uso del agua para consumo humano proveniente de las lluvias, de norias y de pozos, ya que no existían corrientes fluviales, amiales ni manantiales en el interior del valle, a principios de 1948, surgió la circunstancia que originó un vuelco en las costumbres y la adopción de una nueva fuente de obtención del cristalino líquido. 

En esas fechas, siendo presidente municipal y a la vez, presidente de la Asociación General de Agricultores Don Alfonso Herrera Michel, se presentó a sus oficinas el Sr. Ing. Gabriel Ramos Eguía, de origen español, que estaba asociado con el Sr. Milton J. Jorgenson, de nacionalidad estadounidense, en un negocio de perforación de pozos profundos mediante maquinaria, a ofrecer sus servicios profesionales. Don Alfonso citó a una reunión general a los miembros de la agrupación, a donde acudieron destacados agricultores, a quienes se puso en conocimiento del motivo de la junta, haciendo el ingeniero Ramos Eguía una amplia exposición de lo que pretendía. 

En ese tiempo solamente contaban con agua rodada unos cuantos ranchos y se desconocían las características del subsuelo de Tecomán. Para entonces, ya se habían establecido en la región prominentes hombres de negocios de otras entidades federativa, que formaban parte de esa asociación. 

En esa reunión estuvieron presentes los señores Lic. Francisco Vázquez Cuéllar, Lic. Antonio Alvarez del Castillo, Ing. Juan José Leaño, Don Antonio Pérez García, Don Gonzalo Ruiz González, Don José López, Don Gustavo Escalera, Don Jesús López, Don Alejandro Ayala y otros distinguidos miembros de esa agrupación. 

Era la primera vez que se hablaba en Tecomán de la perforación de pozos profundos y los agricultores se mostraron desconfiados de meterse en una aventura de resultados inciertos, por la ausencia de experiencias anteriores en la zona y ninguno se animaba de manera personal, a tomar la propuesta que se les hacía, prefiriendo manener a la expectativa, esperando que se presentara la oportunidad de que surgiera la decisión de otro, para juzgar los resultados. 

Viendo que ningún agricultor aceptaba en forma personal, Don Alfonso Herrera expuso al Ing. Ramos Eguía que siendo Tecomán una localidad con muy escasa agua potable, representada solamente por la que se extraía de las norias y pozos caseros, le proponia un trato que al mismo tiempo sería la prueba que demostraría la bondad del procedimiento que él ofrecía: el Ayuntamiento que él encabezaba, estaba dispuesto a proporcionar todo el material necesario y el equipo de bombeo para efectuar una perforación en la parte norte de la población, si los perforistas estaban de acuerdo en ofrecer la maquinaria y mano de obra. El ingeniero Ramos Eguía aceptó y se escogió un terreno ubicado en un triángulo situado en la confluencia de las calles Morelos y Balbino Dávalos con la calle Belisario Domínguez, frente al lugar en donde más tarde se construyó el Centro de Salud con Hospital. 

Se dio comienzo a la perforación, que era la primera vez que se realizaba en el valle, cómo quedó dicho y que se hizo con una máquina rotatoria. Causó expectación en el poblado donde era desconocida esa maquinaria y se formaban verdaderas romerías de curiosos para presenciar los trabajos que se llevaban a cabo. Para evitar que la máquina se calentara y la presencia de tantas personas que aparte de dificultar las actividades, se exponían al peligro, se trabajó solamente de noche. 

La perforación fue un éxito, pues al llegar a una profundidad de 60 meros, brotó un gran chorro de agua. Hubo júbilo en la población, pues nunca se había visto correr el agua por las calles en el temporal de secas. 

Se tendió una tubería de 4 pulgadas de diámetro directamente al jardín Miguel Hidalgo y por gravedad, las casas situadas al sur del pueblo, se vieron beneficiadas por el servicio. Se colocaron llaves públicas en el jardín y viendo el éxito completo de la perforación, se integró un patronato formado por caracterizados vecinos, para la introducción de tomas domiciliarias. A este pozo se le llamó el número 1. 

A fines de 1947, un poco antes de llevar a cabo la perforación de este pozo, el Ing. Ramos Eguía hizo la perforación de este pozo, el Ing. Ramos Eguía hizo la perforación del pozo de la Armonía, en Colima. 

A la historia del pozo número 1 y a la del agua potable de Tecomán en general, está ligada la vida de todo un personaje popular, ya fallecido que se llamó Vicente García Vergara a quienes muy pocos conocían por su nombre, ya que hizo famoso un sobrenombre que andaba de boca en boca:El Chilero. Cuentan los que más lo trataron que este apodo le vino porque hace muchos años, cuando el mercado estuvo en un predio donde hoy se halla un comercio de telas contiguo al curato, él se encargaba del cobro de los pisos a los verduleros. Era un hombre decidor, chancista, alegre, confianzudo y de un altruismo reconocido, que se dio a querer de cuantos lo trataron. 

Como dejamos dicho en el capítulo anterior, en el jardín existió desde los primeros años de este siglo, una noria de la que se extraía el agua necesaria para regar las plantas que allí había, primero con un molino de viento al que llamaban volantín y después, cuando éste fue retirado en 1923, se instaló un motor para bombearla. 

Se recuerda que ya en la década de los años treintas, El Chilero era el encargado de encender y apagar ese motor, a la vez que cuidaba el jardín. Esta actividad la alternaba con el cobro en el mercado. 

Cuando se perforó el primer pozo de que hablamos, se dejó de usar el agua de la noria del jardín y se nombró a Vicente García encargado de su funcionamiento, labor que siempre atendió hasta que el pozo dejó de funcionar en 1974. Al ampliarse la red y cuando tuvo lugar la instalación de válvulas en 1960, se convirtió en el empleado más antiguo y de mayor conocimiento del sistema de agua potable, situación similar a la de Luis Santana en la actualidad. 

Anexo al pozo, en una cuchilla que quedó este terreno, se construyó un pequeño jardín donde se instalaron juegos infantiles y en ese lugar El Chilero se encargaba por su cuenta, de organizar cada año los días 15 y 16 de septiembre, festivales para divertir a los niños, consistentes en quiebra de piñatas, carreras de encostalados y palo ensebado, que llevaba a cabo mediante la ayuda económica que recibía y que él solicitaba, de los comerciantes establecidos. 

Al dejar de funcionar en forma definitiva el pozo número 1, se dedicó a los trabajos de toda la red, como elemento indispensable por sus conocimientos, hasta su muerte,que sobrevino siendo trabajador activo, el día 15 de noviembre de 1979. 

Después de esta disgresión que el dictado de la razón obliga, volvamos al relato de la primera perforación. El personal empleado por el Ing. Ramos Eguía en estos trabajos, estuvo integrado por los señores Gilberto Gutiérrez, Salvador Covarrubias y José Córdova. 

Al constatar el gran éxito de la construcción del primer pozo, los agricultores se entusiasmaron y le llovió trabajo al contratista. Pronto se hicieron perforaciones en diferentes ranchos, aunque no siendo en todos los casos tan exitosas como la que se llevó a cabo dentro de la población. El Ing. Ramos Eguía solamente realizó trabajos en Tecomán, durante los años 1948 y 1949. 

Poco tiempo después comenzaron a perforar en el valle, para usos agrícolas, Don Filemón Velasco, con una máquina de percusión y más tarde Recursos Hidráulicos inició también trabajos de perforación con una máquina rotaria, así como Don Fernando Richard por su cuenta. 

En agosto de 1950 llegó a Tecomán para realizar perforaciones, el Ing. Benjamín Villarán de León, de Guadalajara y su personal estaba integrado por los señores Francisco Iglesias y los hermanos Pedro y José López Morán. 

el Ing. Villarán hizo la perforación del pozo que se le llamó número 2 en el poblado, ubicado en la calle Independencia en un terreno que había sido propiedad de Don José Morett, muy cerca de una noria que fué muy renombrada en el pasado y que es el sitio en donde actualmente se encuentra el PRI municipal, una cuadra al norte de la capilla de la Virgen de Guadalupe. Este pozo se hizo en 1956 y fue obsequiado por el Ing. Villarán para uso del pueblo. Su profundidad era de 45 metros y desafortunadamente se inutilizó porque sacaba arena en abundancia. 

En los trabajos de perforación de este pozo, sucedió un lamentable accidente, cunado la torre de la máquina tocó en uno de los movimientos un cable de alta tensión de la linea urbana y su operador, el Sr. José Gariel, murió electrocutado arriba de la máquina. 

El Ing. Villarán usaba en sus perforaciones un sistema novedosos de ademe de lo que se iba perforando. Se utilizaba una mezcla de bentonita y barro de Armería. Se hacía la revoltura en una pila y se iba vaciando a lo ya perforado. Esto evitaba derrumbes.Con el tiempo se desechó la bentonita porque se adhería en exceso a la tubería, circunstancia que dificultaba las maniobras cuando se realizaba alguna reparación a un pozo. Después se siguió empleando el barro solo. 

En las obras que ejecutaba el Ing. Villarán combinaba el uso de las dos máquinas conocidas. En los primeros metros y hasta encontrar rodado o boleo, que son las piedras redondas que existen a profundidad en todo el valle, se usaba la mpaquina rotatoria y de ahí enadelante, se utilizaba la máquina de percusión. 

También fué hecha por el Ing. Villarán la perforación del pozo urbano número 4 de la Unidad Deportiva Norte en 1962 y el pozo de la población de cerro de Ortega. 

El pozo 3 de la zona urbana fue hecho por Recursos Hidráulicos. Es conocido como "el del campo de Pepín" por estar ubicado inmediato a la cancha de futbol que fué propiedad de José Gonzñalez Quevedo, a quien se le llama con ese nombre de cariño y que fue un entusista promotor de ese deporte en Tecomán. 

Enseguida se hizo el pozo número 5 en el extremo norte de la calle Javier Mina, en la Colonia Cofradía de Juárez en 1968. 

Como el pozo número 1 sufría frecuentes averías y su columna se encontraba torcida, para sustituirlo se construyó el pozo número 6, en la calle Morelos, a una cuadra al norte de aquél, frente de la Cruz Roja y al conectarse a la red, dejó de funcionar el número 1 en 1974.

Después se construyeron, primero, el pozo número 7 de la colonia Las Palmas en 1981 y más tarde el número 8 de la colonia INDECO.

El pozo de la colonia Noriega Pizano, ubicada en donde fue el antiguo campo de aviación, construido por el Gobierno del Estado siendo Gobernador el Lic. Arturo Noriega Pizano, estuvo administrado por la Junta Estatal de Agua Potable durante muchos años, pasando finalmente a jurisdicción del sistema municipal.